De vez en cuando me gusta darme algún capricho culinario. Me encanta la comida mexicana, pero hasta el momento había experimentado poco con ella, salvando el guacamole y el chili con carne (perdón, perdón, que es tex-mex).
Aunque me encantan las fajitas, siempre compro las tortillas y esto es un problema, porque me las tengo que comer todas en pocos días para que no se estropeen.
En una ocasión, durante la cuarentena, me dio por experimentar a hacerlas yo misma. La verdad es que la masa es muy fácil de hacer y el procedimiento en cuestión también es simple. El problema fue que a los pocos segundos de hacer la tortilla, la masa se quedó dura como piedra y se rompió en cuanto intenté manipularla. Esa tortilla no tenía nada que ver con las que compraba, tan blanditas y flexibles.
Comentando esto con Bárbara (la novia de mi primo, que es otra “cocinillas” estupenda), me dio el truco para evitar esto: rociarlas con agua. Así que animada me compró un pulverizador pequeñito y volví a intentarlo. Y señoras y señores, el resultado fue increíble. Así que quiero compartir con vosotrxs esta receta, para que podáis preparar tacos, fajitas, quesadillas o enchiladas (ya haremos alguna recetita de estas más adelante).
¡Vamos al lío!

TORTILLAS DE MAÍZ
Para unas 10-12 unidades (dependiendo del tamaño; yo las hago pequeñas)
Tiempo de elaboración: 40 minutos
Dificultad: fácil
Ingredientes:
- 150 gr de harina de maíz (yo uso harina de maíz blanca)
- 200 ml de agua templada
- Una pizca de sal
Procedimiento:
En un recipiente un poco grande vierte la maicena y la sal y mezcla. Añade poco a poco el agua y ve mezclando con los dedos. La masa debe tener una consistencia blandita, pero no demasiado, que nos permita manipularla.




Divide la masa en porciones (del tamaño que desees) y colócala entre dos trozos de papel film o papel de horno. Aplástala con un plato o una cazuela, aunque te recomiendo que la estires con un rodillo para que quede más finita (de 1 mm). Puedes cortarla con un molde para dejarla perfecta.



Calienta una sartén antiadherente (esto es fundamental) y, cuando esté lista, vierte la masa con ayuda del papel. Deja que se cocine por unos minutos y dale la vuelta. Cocina otros 2-3 minutos. Coloca un trapo de algodón sobre un plato y deja ahí la tortilla. Rocíala con un poco de agua (pulverizador) y dobla el trapo, de manera que quede envuelta (para mantener el calor y la humedad). Haz lo mismo con el resto de tortillas.




Cuando termines, tendrás unas tortillas estupendas y flexibles para utilizarlas para lo que quieras.

Sugerencias:
Se pueden congelar. Mételas en una bolsa hermética y listo. Ante de servir, dales un toque de calor en la sartén y ya las puedes utilizar.

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